El último doble – Escribe: Omar Eduardo Alonso

21 mayo, 2022

El último doble – Escribe: Omar Eduardo Alonso

Cuando Antonio Francisco Bianco Tarantino se hallaba inmerso en el mundo del basquetbol, los triples y las volcadas no existían.

Acaba de fallecer y es bueno recordar una vida llena de sacrificios y humildad, de la misma manera que muchas satisfacciones por él vividas y que contó en el programa “esto es Historia”, en 2015.

Había nacido el 11 de octubre de 1947 en Episcopía, Potenza, Italia y la familia emigró a la Argentina llegando en agosto de 1949.
Ya estaban aquí su abuelo, quien fue peón de albañil en los trabajos de construcción del edificio parroquial, y un tío que era peón y alambrador.
Tiempos difíciles donde apenas se subsistía, su padre como peón y su madre como lavandera.

Víctor Bianco, su padre ingresó entonces en la fábrica de mosaicos de Chedrese y Messi, que funcionaba en avenida San Martín.
Allí comenzó a conocer el oficio de pulidor de pisos, hoy prácticamente desaparecido. Esta actividad luego fue compartida por Antonio que la adoptó como forma de vida.
Completó sus estudios primarios en la escuela 3, cuando funcionaba en calle Balcarce, recordando gratamente a la mayoría de las maestras que le enseñaron y lo apoyaron. Era muy buen alumno en matemáticas.
Las docentes aconsejaron a los padres que continuara sus estudios secundarios. Concurrió un año hasta que abandonó por no soportar concurrir con saco y corbata.
Luego estudió en el Instituto Clerch, también música y dibujo y se integró a los boys scouts.

Cuando tenía 8 años una misteriosa enfermedad lo postró durante 6 meses. No se supo el origen y se produjo durante la epidemia de poliomielitis.
Contó que fue salvado por el doctor Osmar García Oste y el enfermero Federico Leise, quien le daba calor en un horno especial.
Por recomendación médica debía practicar deportes, lo que no era sencillo pues a los 12 años debió comenzar a trabajar para contribuir al hogar.
Practicó fútbol de barrios, ciclismo y hasta fue banderillero en carreras de autos luego de haber asistido a un curso especial.
Pero Centro Estrada fue su lugar, aún cuando después pasara por otros clubes. Allí fue jugador con los directores técnicos Tasin y Maschi.
El básquetbol fue su pasión. Fue, además, director técnico, juez y cronometrador. Orientó equipos de niños, jóvenes, adultos y mujeres.

Conocía al dedillo el manejo de los relojes que se utilizaban para marcar el tiempo de juego. Totalmente primitivos y manuales. Su magia se desarrollaba en la mesa de control, adelantando o atrasando sin que se percibiera, favoreciendo siempre a su equipo.

Muy cercano a Rómulo Digiorno fue un permanente colaborador para la fiesta de Reyes Magos. No llegó a ser Rey Mago, pero fue paje, cabezudo y gigante. Cuando estas figuras fueron eliminadas ya en tiempos de Fuhr, ocupó un lugar en el Palacio de Herodes.

Trabajador, hombre de bien e hijo ejemplar estuvo al lado de su madre hasta su muerte en su casa de calle Azcuénaga.

Horas atrás, Antonio Bianco lanzó su último doble.