Pialando puerta afuera- escribe: Omar Eduardo Alonso

29 octubre, 2022

Pialando puerta afuera- escribe: Omar Eduardo Alonso

Quien conoce esa práctica campestre sabe que requiere de una habilidad especial en el manejo del lazo. Pero por más hábil que fuera el ejecutante, siempre hay un animal que elude y se escapa.
Es más o menos como el relato histórico: nunca la crónica es absolutamente completa. Hay detalles que se escapan a pesar del esfuerzo que se realice.
Para un periodista dedicado a esto, esa situación procura ser minimizada afirmando que los detalles no incluidos justifican una segunda mirada sobre el mismo tema.
Es lo que ha ocurrido con la nota que titulé “Con la soga al cuello”, publicada recientemente y relacionada con sogueros que han marcado época.

Un asiduo lector de mis columnas, Hugo Ruiz, radicado hace mucho en Brasil me aporta nuevos elementos de juicio que permiten esta segunda entrega, complementaria de la anterior.
Recuerda que uno de sus parientes, Doroteo Agarraberes tuvo una talabartería que funcionó en Lavalle y Güemes y que según su madre, Catalina Agarraberes de Ruiz, ocupaba a unos 100 operarios.
Doroteo era un vasco de Ansoáin, cercano a Pamplona que originalmente recaló en Rojas y luego se instaló en Tres Arroyos. Falleció hacia 1930.

La talabartería funcionaba contigua al almacén El Criollo, también de su propiedad. Al respecto se menciona otra versión que consignó Oscar Alberto Soriano en entrevista realizada en el programa “esto es Historia”, el 8 de marzo de 2014, afirmando que El Criollo era también una talabartería.
Oportunamente alentó a su hermano, Florencio a radicarse aquí, integrándose a la actividad.
Doroteo tuvo cinco hijos: José Gregorio, padre de Oscar (cerealista); María Luisa, casada con Juan Rocha; Catalina, casada con Luciano Ruiz; “Tita” casada con Héctor David, padres de Héctor Mario; y Angel “Tito”, quien residiera en Mar del Plata.
Florencio tuvo tres hijos y luego de un tiempo en Tres Arroyos se radicó en la Capital Federal.
Al margen de los datos precedentes suministrados por Hugo Ruiz, se puede ver en documentos de 1928 que en la esquina mencionada estaban radicados varios integrantes de la familia Agarraberes.

El mencionado Doroteo, en Lavalle 1015; la firma Agarraberes y Almirall, en Lavalle 1013; Florencio en Lavalle 1002.
Mi consecuente informante recuerda una estrecha relación con la familia Almirall y deduce que el socio mencionado sería el padre de “Pepita” Almirall de Navarro Vega, que fue docente en una escuela de Claromecó.

Talabarterías y otras yerbas
Uno de los colaboradores directos de Doroteo fue Dionisio Soriano, sin olvidar a otros integrantes de la familia como Germán y Félix.
Es interesante repasar las talabarterías registradas en Tres Arroyos hacia 1928, sin que la lista se agote en esta enumeración.
Abel Cazes, en Dorrego 626; Bernardo Delgado, en Lavalle 399 (que mencioné en la crónica anterior); Rey Gil, Viamonte 265; Eliseo Gutiérrez, San Lorenzo 523; Francisco Huarte, 25 de mayo 401; Florencio Cruz Luna, Juramento 148; Lorenzo Nielsen, Colón 635; Francisco Rosier, Caseros 123; Dionisio Soriano, República 530 y Domingo Villarino, Brandsen 302.

Los aprendices
Varios de los nuevos talabarteros, a partir de mediados de la década del 30, surgieron de sus experiencias en alguno de los establecimientos mencionados precedentemente.
Así José Toletti (foto), instaló su propio emprendimiento en 1933 en 25 de mayo e Ituzaingó. Había trabajado varios años con el señor Lorenzo Nielsen.
Era hijo de Francisco Toletti y María Torno.
Gerónimo Milanesi instaló la talabartería y tapicería La Nacional en calle 25 de mayo 521 (foto). Había trabajado durante 18 años con el señor Francisco Huarte.
Pablo Di Doménico (foto) instaló su establecimiento en Pedro N. Carrera 443 que denominó La Igualdad, luego de haber trabajado con el señor Abel Cazes.
Era hijo de Víctor Andrés Di Doménico y María Batista Charadio. Se había casado con Herminia Molina.

La Posta
El señor Oscar Alberto Soriano (foto) recordó que su abuelo Dionisio había nacido en 1897 en el campo La Ballena, por entonces en el distrito de Necochea.
Afirmó que se inició con talabartería en 1916 en la casa El Criollo, mencionada más arriba, sumándose otros hermanos, incluyendo a Ramón, quien era el ejecutor de las artesanías más finas.
Posteriormente se separaron. Dionisio establecería su negocio en San Lorenzo 244, mientras que Ramón lo haría en Lavalle 1050. Los hijos de este último se dedicaron al trabajo en platería.
Félix Soriano, por su parte, fue el fundador de La Posta, en 1964, dedicándose fundamentalmente a la venta por mayor en distintos lugares del país.
Participó también en el emprendimiento Germán Soriano.
Funcionó en Maipú 380 hasta 1969 en que se habilita el local en calle Colón, hasta su cierre definitivo.

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