A Ricardo Listorti

13 julio, 2015

A Ricardo Listorti

Gladis Naranjo, desde la Biblioteca Bernardo Houssay de Claromecó, escribió las siguientes palabras recordando a Ricardo Listorti:

No era su tiempo.

No era su tiempo.

No sé si hay alguno, pero estoy segura de que éste no era su tiempo.

Demasiadas puertas tenía todavía para abrir, demasiados corazones para tocar.

Ricardo conocía todas las arrugas, los hilos, las marcas de las manos y de los brillos de cada uno de los telones del pueblo, existieran o no. Aunque el mutis se hiciera cara a cara, sin foro… así… sencillo.

Con  la misma sencillez y el mismo coraje con que se ofreció a cada uno de sus alumnos, sus amigos, sus compañeros, su público.

Con la belleza a veces exultante, a veces taciturna de los personajes que fueron suyos a lo largo de tantos años.

Nos enseñó a amar a González Tuñón, a Abelardo Castillo, a Shaffer, a Dalmiro Sáenz y Federico, a María Elena Walsh. Puso a nuestro alcance la magia y el placer de esas voces y de la suya, intensa, incansable, poderosa.

Hasta aquí, cuando este era un edificio apenas construido, con lamparitas colgando del techo, trajo su voz y su generosidad y por un rato el mundo desapareció.

En la mesa de algún café están todavía sus sueños. Deberemos descubrirlos solos.

Porque, aunque duela, no se suspende la función. Ricardo no la suspendió.

No cerremos el telón. Dejemos las luces encendidas. Entre bambalinas vamos a encontrarlo cuando juguemos la próxima escena.

Como si fuera el viejo varieté, nos ha dejado con menos soledad, con una sonrisa dolorosamente tierna al recordarlo, y por adentro unas enormes ganas de llorar.