Como peludo de regalo

12 junio, 2023

Como peludo de regalo

Escribe: Omar Eduardo Alonso

Los tiempos político-electorales se aceleran y quedan en evidencia apetencias personales o sectoriales y la recurrencia de viejos y nuevos mecanismos para captar la atención y luego los votos de los ciudadanos.
Emergen intrigas, acuerdos, disidencias, fracturas, críticas cruzadas, visitas, encuestas, y una larga lista de prácticas comunes a estas circunstancias.
Los medios reflejan declaraciones y actividades de los potenciales candidatos, sea por un interés periodístico propio o porque aquellos gestionan la presencia y la difusión de sus pensamientos.
Muy poco o nada se dice de las vivencias que se producen entre los ciudadanos de a pie, que están al margen de las cuestiones enumeradas precedentemente, incluyendo a las instituciones.
Es irritante, por ejemplo, que en momentos de descanso, sueño incluido, se agite la señal telefónica y del otro lado se le pida opinión para una encuesta que seguramente fue encargada y pagada por aquellos protagonistas.
Está a mano el recurso de interrumpir la comunicación o si se quiere, contestar las preguntas que de ser escuchadas seguramente orientarán de dónde viene la mano.
Si se opta por cortar, de todos modos el daño ya está hecho, pues el sueño ha sido interrumpido.
En el caso de las instituciones también se plantean diversas situaciones.
Los candidatos, o precandidatos, buscan visitar las instituciones para exponer sus propuestas, siempre generosas en promesas en tiempos electorales.
En algunos casos son los propios candidatos quienes hacen los contactos y gestiones. En otros, son los punteros que guardan algún interés personal y futuro en caso de que su patrón acceda a tal o cual cargo.
Las respuestas suelen ser variadas.
En algún caso la institución resuelve recibir a todos los que soliciten el encuentro. Esto porque quizás entre los que van, se encuentre el ganador, y en ese caso es posible recibir algún beneficio a futuro, directos o gestionados en esferas superiores.
En otros, se niega cualquier encuentro político por interpretar que ya en ocasiones anteriores se han recibido promesas luego incumplidas inexorablemente.
En este caso puede producirse que se reciba a quienes no van a ganar, con lo cual se queda pegado a los perdedores, lo que sería mal visto por los ganadores.
Además se trata de evitar disidencias internas, sabiendo que los integrantes de la entidad, institución, organización, etc simpatizan con ideologías diversas. Es así, un mecanismo de preservación basado en la prudencia.
Pero mucho más grave es cuando los candidatos se aparecen como peludo de regalo en actividades organizadas por entidades, emprendimientos, etc, que tienen carácter abierto y público.
Esa situación genera particular malestar pues los organizadores quedan a la luz del público como gestores de la presencia de tal o cual político. Generalmente no tienen nada que ver y son los primeros sorprendidos.
El proselitismo no conoce de límites. Lo importante es trascender de cualquier manera, a veces recurriendo a excesos que logran efectos contrarios, es decir rechazos.
Cosas vederes, Sancho, que no crederes.
Es lo que hay y no es otra cosa que lo que hemos generado todos durante mucho tiempo.