Un hombre; un deportista; un ejemplo Escribe: Omar Eduardo Alonso

22 junio, 2024

Un hombre; un deportista; un ejemplo Escribe: Omar Eduardo Alonso

No sin emoción me pongo a escribir sobre una buena persona recientemente fallecida: Víctor Manuel Barriomirón.
Su hija, Dorita, me distinguió con esta posibilidad aún cuando el proceso se ajustó a los deseos de aquel para que no hubiera situaciones especiales de recordación en el proceso de sus exequias.

Los términos del título de la nota son insuficientes, a mi personal criterio, para calificar a quien supo, además, transmitir y cultivar sus valores en su propia familia.

Fue el segundo invitado al programa “esto es Historia”, por diciembre de 2012, lo que habla del afecto mutuo y la importancia que asigné a su testimonio por entonces.

Viene al caso, entonces, recordar lo que contaba en aquella oportunidad, como homenaje a quien, entre otras cosas, fue representante de LU 24 en el maratón de San Silvestre, en Brasil.

No pudo alcanzar su objetivo de participar en los juegos Panamericanos pero sus condiciones naturales pudieron llevarlo a la élite del atletismo si hubieran estado respaldadas por apoyos y tratamientos adecuados.

Desde sus 20 años y hasta los 33, en que se retiró, tuvo una trayectoria atlética destacable, sostenida por su familia. “Dios me dio todo: una esposa, una hija y un yerno que me contuvieron y alentaron”, dijo.

Recordó un 23 de julio cuando participó por primera vez en una carrera de bicicletas organizada por el Club Independiente, con 8 participantes, y que ganó. Ocurriría lo propio en una competencia de Costa Sud.

A pesar de ello decidió tomar el rumbo que por entonces marcaba entre otros el profesor Rubén González, “el cartero”.
Recordó que su padre lo hacía entrenar corriendo con botas de goma en tierra arada y para mejorar la velocidad atado con una cuerda a un automóvil.

“Parecía un pato corriendo”, contaba. No tenía ayuda de ningún tipo. Tomaba aceite de hígado de bacalao como única dieta especial y en una ocasión en que fue revisado por el doctor Orfel Fontán se le detectó que tenía los tendones estirados.

Los entrenamientos eran de noche, pues antes debía cumplir una extensa jornada laboral en Molinos Río de La Plata.

Su especialidad eran los 10 mil metros y hasta 21 kilómetros. En una ocasión corrió el maratón de 42 kilómetros en Córdoba y quedó en estado de coma, aunque luego se recuperó.

Su contrincante más reñido fue el bahiense Alberto Páez, pero en no pocas ocasiones compitió con lo más granado del atletismo nacional.
El histórico Delfo Cabrera lo convocó en 1971 para una competencia internacional resultando el mejor argentino clasificado y segundo a nivel sudamericano.

La San Silvestre fue una ocasión especial pues lo puso en contacto con lo más importante en el orden mundial de la especialidad. LU 24 le posibilitó su concurrencia, acompañado por el entonces jefe de deportes de la emisora, Carlos Potente quien facilitó esa presencia.
Atravesó una preclasificación y llegó trigésimo segundo sobre un total de 8 mil atletas.

Participó cinco veces en la competencia organizada por el diario La Nueva Provincia y tras su retiro mantuvo sus contactos con pares de otros lugares del mundo quienes siempre reconocieron no solo las condiciones competitivas de Víctor Barriomirón sino, además, sus pergaminos de hombre de bien.

Con su desaparición queda el recuerdo y la historia de un grande del deporte local.

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